domingo, 28 de diciembre de 2014

Apología del sufrimiento

Un trozo de alma se desintegra  ante mis propios ojos en la certeza de que sólo yo estoy sufriendo,
no existe nadie en este mundo que sufra, no miro los sufrimientos verdaderos y me encierro en este dolor inmenso sin mirar las demás penas, sin ver el hambre en los rostros demacrados, sin sentir el frío de los cuerpos desnudos, sin mirar la tristeza, los otros ojos vacíos,  la violencia, la corrupción, la impotencia por  estériles luchas, las protestas, el reclamo por los muertos que no debieron morir, la existencia no existencial de los seres que pululan inanimados por las calles de mi ciudad sin esperar ya nada porque la esperanza han perdido. No miro las penalidades que pasan los desposeídos, los sedientos, los que se han quedado en el fondo del olvido. No, no miro nada, sólo mi dolor. Detento hoy el monopolio del sufrimiento. No me molesten, no me digan nada. Hoy estoy sufriendo y es sólo mío el dolor y éstas mis egoístas lágrimas.



P.d. Y ni siquiera Alfonsina, Pablo, Rosario, Mario, Wislawa, Julio, me consuelan. Ningún libro puede consolarme hoy. Ninguna canción, ni siquiera las de Celia. Mis ojos son los culpables de todo, mis ojos que no debieron mirar hacia su mirada.

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